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jueves, 21 de julio de 2011

Estrategias : los desafíos de la comunicación en un mundo fluido

Este trabajo tiene dos partes. En la primera voy a usar una narración antigua que ha sido utilizada por distintos autores para fines diversos. Quiero sumarme a esa trayectoria, retomando un puñado de estas versiones famosas para pun-tualizar en la segunda parte algunas de las características de la nueva teoría estratégica redefinida desde la comunicación. Es decir que voy a hacer un contrapunto.

Se trata de una historia que aparece por primera vez en una antología de Eso-po publicada hace muchísimo tiempo y que fue posteriormente re escrita por otros fabulistas clásicos como Jean de La Fontaine y Félix María Samaniego: la fábula de La Tortuga y la Liebre.

En su texto original cuenta la historia de una tortuga y una liebre que siempre discutían ante el resto de los animalitos del bosque sobre quién era la más rá-pida. Para dirimir el argumento, decidieron correr una carrera. Eligieron una ruta y comenzaron la competencia. Como es sabido, la liebre arrancó a toda velocidad y corrió enérgicamente durante algún tiempo. Luego, al ver que lle-vaba mucha, pero mucha ventaja, decidió sentarse bajo un árbol para descan-sar un rato antes de continuar su marcha. Pero resulta que se relajó tanto que se durmió. ¡Estaba tan cómoda, tan tranquila! Entonces la tortuga, que andaba con su característico paso lento, la alcanzó, la superó y terminó primera, decla-rándose vencedora indiscutible de la carrera ante todo el bicherío.

Esta es la versión tradicional y fue publicada en el año 1919. Como toda fábula, tiene una moraleja que reza: “Los lentos, pero estables ganan las carreras”. Como se ve es una ficción típica de inicios del siglo 20. Era cuestión de ser pro-lijos, estables y consecuentes para progresar.

Quienes gustan del revisionismo histórico nos confirman una versión posterior de la misma fábula. Luego de esa carrera, resulta que la liebre, decepcionada tras haber perdido, contrató a un experto para hacer un diagnóstico comunica-cional. Este especialista aplicó un análisis FODAS gracias al cual la liebre pudo reconocer todos sus errores. Al leer el informe del estudio la liebre descubrió que había perdido la carrera por ser presumida y descuidada. Si no hubiera dado tantas cosas por supuestas, no hubiera descansado en sus evidentes grandes ventajas y nunca la hubiesen vencido.

Entonces, con todos los datos del análisis y una detallada lista de sus fortale-zas y debilidades en varios documentos que estudiaba –velozmente- por las noches, la liebre desafió a la tortuga a una nueva competencia. Esta vez, nues-tro animalito corrió sin interrupciones de principio a fin y su triunfo fue contun-dente. Moraleja: “Los rápidos y tenaces vencen a los lentos y estables”. Como pueden ver esta es una versión un poco más moderna; dicen los que saben que ha sido escrita hace unos 20 años, cuando el furor en los análisis de co-municación organizacional y de marketing para lograr mejores posicionamien-tos empresariales y organizacionales. Es esta una ficción típica de finales del siglo pasado: era cuestión de acumular información que nos permitiera tomar las decisiones más acertadas.

La historia sigue

Pero esta historia tampoco termina aquí; parece que durante las últimas déca-das siguió reescribiéndose y hemos recuperado una nueva versión que data del año 2000 que reza así: tras ser derrotada, la tortuga reflexionó detenidamente, contrató al mismo especialista que había hecho ganar a la liebre (el ex-perto le cobró el triple de honorarios porque ya era muy conocido en el ambiente) y, con su ayuda, llegó a algunas conclusiones: no había forma de ganarle a la liebre en velocidad. Como estaba planteada la carrera, ella siempre perdería. Entonces, con su propio análisis FODAS en la mano, desafió nuevamente a la liebre, pero propuso cubrir un camino, un recorrido, ligeramente diferente.

La liebre, convencida de sus fortalezas –porque todas las noches leía su libri-to– aceptó y en la competencia corrió a toda velocidad, hasta que se topó en su ruta con un ancho río. Mientras la liebre –que no sabía nadar– se preguntaba “¿qué hago ahora?, ¿cómo cruzo este río?”, la tortuga lentamente llegó hasta el sitio, se metió en el agua y nadó a toda velocidad hasta la otra orilla. Luego continuó, siempre a su ritmo y terminó la carrera en primer lugar. Moraleja: “Quienes identifican su ventaja competitiva (saber nadar) y cambian el entorno para aprovecharla, llegan primeros.”

El tiempo pasó y a partir de tanta cosa compartida, cuentan que la liebre y la tortuga terminaron haciéndose buenas amigas. Ambas reconocieron que eran excelentes competidoras, que las dos habían conseguido cierta fama con esto de la fábula (dicen mis informantes que a esa altura de la historia, ambas con-taban ya con varias primeras planas en los periódicos y libros en todos los idiomas) y la cuestión es que juntas decidieron –asesoradas por el consultor y aprovechando la moda de las remakes– organizar una última carrera, pero esta vez corriendo en equipo.

En la primera parte, la liebre cargó a la tortuga hasta llegar al río. Allí, la tortuga atravesó el río con la liebre sobre su caparazón y, sobre la orilla de enfrente, la liebre cargó nuevamente a la tortuga hasta la me-ta. Como alcanzaron la línea de llegada en un tiempo récord, y esto fue resal-tado por los comentaristas, sintieron una mayor satisfacción que aquella que habían experimentado en sus logros individuales. Y viene la moraleja: “Es bueno ser individualmente brillante y tener fuertes capacidades personales. Pero, a menos que seamos capaces de trabajar con otros y potenciar recíprocamente las habilidades de cada uno, no seremos completamente efectivos.”

Acabo de contar una versión de la historia de hace unos 10 años que es ac-tualmente muy usada en consultorías de comunicación organizacional. Suena muy linda, pero hoy creo que así planteada la mayoría de las veces se queda sólo en los libros y en las buenas intenciones de algunos asesores.

Dos enfoques

Pues bien, dije que voy a trabajar con esta fábula para especificar la diferencia entre los enfoques tradicionales de comunicación estratégica y nuestro enfoque. Comienzo en esta segunda parte con mi propia versión en contrapunto:

La primer diferencia es que en el siglo XXI, no hay moraleja posible. Hablar de la especificidad de la Nueva Teoría Estratégica implica reconocer lo paradójico de este planteo, en tanto el aspecto más relevante de esta fábula en su versión del siglo XXI es, justamente, que no hay una lección única, no hay modelos universales, no hay fórmulas aplicables a todos los casos. Y quizás eso es lo que más nos cuesta aprender, aceptar y sobrellevar. Señores, de lo que se tra-ta en nuestro tiempo es de aprender a convivir con la incertidumbre. En el mundo actual la acumulación de información ya no es un valor porque el mun-do es fluido, está cambiando todo el tiempo.

La segunda cuestión a la que deberemos atender es que reconocer la impor-tancia de este asunto de lo fluido implica concentrarnos en la situación. Abordar este componente consiste, para comenzar, en cambiar en la moraleja de la versión anterior efectivos por enactivos. Quedaría así: “A menos que seamos capaces de trabajar con otros y potenciar recíprocamente las habilidades de cada uno, no seremos completamente enactivos”.

Detengámonos un momento en esta categoría que ha sido propuesta por Francisco Varela para separarse de los debates clásicos acerca del conocimiento. Dice Varela que el conocimiento no está en el objeto ni tampoco en el sujeto, el conocimiento es una tensión que emerge, enactúa a medio camino entre ambos. Y nos habilita un pensar y un hacer distinto en torno a la comunicación.

La llave de la comunicación estratégica

Pues bien, parecería que aquí está la llave que abre al enfoque de comunicación estratégica y es que nos da nuevas metodologías y nuevas herramientas para saber cómo podemos convocar al otro desde una visión de complejidad. Siempre existirán situaciones para las cuales no estamos preparados y que otros actores pueden enfrentar mejor. Por eso, para trabajar estratégicamente remarcamos que es necesario hacernos cargo de la situación.

Ahora bien, en este marco y siguiendo con nuestro contrapunto: el contexto no es lo que nos rodea sino lo que nos hace. Las situaciones no son un algo que está allí/afuera. Son nuestra particular manera de estar en el mundo. Ineludi-blemente vinculados a él. A esta altura del contrapunto vemos con facilidad que si queremos comunicar estratégicamente necesitamos dar un salto: ya no nos sirven las descripciones de actores que se hacen típicamente desde una pers-pectiva sociológica clásica. Tampoco concentrarnos únicamente en los mensajes.

Pensar el lugar, la situación, desde lo fluido implica pensar desde las inter-acciones, desde los acoplamientos dinámicos y evolutivos que esa realidad genera con esos actores y viceversa. Por eso en el enfoque estratégico que ofrecemos un aspecto central es el de la identificación de actores relevantes para la resolución de la problemática que aborda la estrategia.

Pero lejos de pensarse como una búsqueda que intenta descubrir una red de interacciones de una vez y para siempre que aseguraría luego una correcta distribución de los mensajes, este diagnóstico se hace buscando reconocer las trayectorias y sus vínculos en tanto modalidades de relación con la problemática. Si de lo que se trata es de comunicar, resulta imprescindible movilizar procesos que incor-poren el conocimiento circulante a la producción de nuevo conocimiento.

Otros horizontes

Las nuevas metodologías de análisis comunicacional estratégico buscan otros horizontes. Hay una modalidad del vínculo (en nuestras investigaciones hablamos del diagnóstico y prescripción mediante marcas de racionalidad comunicacio-nal) a la que hay que atender cuando hacemos análisis comunicacional desde la fluidez. Desde esta perspectiva entendemos a la comunicación como mo-mento relacionante de la dinámica social y, por lo tanto, como espacio estraté-gico para pensar sus bloqueos y sus contradicciones. (Massoni, 2008)

La comunicación estratégica implica ante todo un gran esfuerzo por salirnos del corset de los mensajes para abordar el espesor de la comunicación en tan-to fenómeno que está haciéndose y rehaciéndose todo el tiempo. Uno de los desafíos de la comunicación en un mundo fluido es entonces identificar aquella parte de la solución que cada actor puede y quiere abordar porque responde de alguna manera a sus intereses y necesidades actuales en torno a la problemática.
Por esto es que decimos que toda estrategia de comunicación debe centrarse en lo situacional.

La situación es la que manda. Ella–cambiante, moviéndose y moviéndonos todo el tiempo, poniendo ríos, montañas y precipicios en nuestro trayecto– es la que da pertinencia a nuestros modos de análisis y de acción comunicacional. Diseñar una estrategia de comunicación exitosa es ni más ni menos que plantear una carrera que los mejores corredores existentes en cada territorio quieran y puedan correr. O eventualmente, si no los hubiera, en enseñar a correr.

Más diferencias

Más diferencias con los planes estratégicos tradicionales, con los planes de desarrollo local, con los planes de marketing. En ellos:

• Se define al problema como una solución en tanto no se señala aquello que estaría obstaculizando la transformación. Se confunde el problema con la solución y esa solución se ofrece como alternativa de transformación otra, no propia. No de los actores, sino desde una posición etnocéntrica desde quien planifica.

• Se afana en cambiar al otro. Cambiarlo en lugar de aceptarlo como es, para trabajar juntos en una transformación apetecible para ambos.

• Concepto de participación: se concerta la representación del problema. Por eso es que ya casi no sirven las encuestas: los entrevistados generalmente saben el deber ser de las respuestas. Discursos sobre discursos que quedan registrados en hermosos documentos...

• Lo llamamos el imperialismo de lo simbólico. En lugar de atacar aquello simbólico y material que está obstaculizando la transformación deseada, se privilegia lo simbólico como forma de vinculación con la situación. Desde la perspectiva estratégica, el objetivo no es un acuerdo social generalizado (si no hay una realidad exterior, tampoco hay una verdad única como punto de llega-da) sino más bien un espacio de conversación que rebasa aquello que puede ser representado.

• el concepto de lo estratégico: se trabaja como oportunidades de un escenario cambiante pero de ideas en tanto trabaja con fortalezas y debilida-des que son acuerdos sobre puntos de vista. Un qué escindido de la situa-ción.

Modelo de desarrollo

Para mi la comunicación estratégica es un modelo de desarrollo en tanto es una manera de ser y de transformar. Un programa de planificación y gestión que aborda problemas reales y no solo debates reales. Un plan para la acción que busca ir generando puntos de encuentro entre las alteridades presentes en cada situación.

Dicen los autores de los nuevos paradigmas que para iniciar este salto en el comunicar, para comunicar mejor, tenemos que dejar de pensar en sustantivos y comenzar a pensar en verbos. (Najmanovich, 2005)

Necesitamos crear un lenguaje otro que nos acompañe. Un lenguaje de accio-nes… Por eso en FISEC alimentamos una categoría propuesta por Rafael Pé-rez, como una manera de acoplarnos mejor a un mundo fluido en el que buscamos comunicar. En este mundo fluido, si queremos comunicar nuestro desafío es estrategar.

El paradigma de lo fluido

Para terminar quiero plantear una cuestión más porque la considero central: y es la idea del paradigma de lo fluido como marco de este debate acerca de la nueva comunicación estratégica como una teoría de la inter-subjetividad no dualista. Por aquello de que el ojo es la ventana del alma, voy a plantearlo con la ayuda de un dispositivo óptico: un caleidoscopio.

Como es sabido este dis-positivo genera un punto en el que confluyen y convergen distintos componentes y niveles. La confluencia de estos planos virtuales nos muestra un algo que no existe, porque justamente une realidades inexistentes al moverse.

Especialmente en los caleidoscopios líquidos, los componentes se deslizan…y al hacerlo se trastocan las especialidades y se generan nuevas torsiones a partir de una emoción que nos convoca en cada imagen.

Tomo al caleidoscopio como figura que nos permite aproximarnos a la principal diferencia de nuestro enfoque de comunicación estratégica con los enfoques tradicionales de los estudios socioeconómicos y de marketing, los cuales trabajan a partir de una descripción previa a la situación que se aborda, estática y prescriptiva de la comunicación.

Lo contingente y situacional

Nuestro enfoque de comunicación estratégica supone abordar la comunicación desde lo contingente y situacional. Los actores no son previos al análisis sino que emergen del recorte operado en función de un objetivo. Las diferencias no existen en sí mismas sino que se especifican. Por eso indaga-mos matrices socioculturales –tomando a la matriz en su doble sentido de molde que constriñe y es a la vez generativa de lo nuevo– que nos sirven para caracterizar las trayectorias en las lógicas de funcionamiento de los grupos y sec-tores socioculturales.

Estas trayectorias: son incesantes, no espacios compar-timentalizados, sino continuos cuyos límites son nudos o torsiones de una línea no segmentada. Desde nuestra perspectiva se intenta incorporar la capacidad constructiva de los sujetos sociales en su devenir. Los paradigmas clásicos trabajan con esquemas de representación o con esquemas de operación. La comunicación estratégica trabaja en la imbricación de órdenes diversos, en la torsión de nuevas tensiones que redefinen las fronteras.

Subjetividad no dualista

Hablamos de comunicación: como fenómeno de segundo orden. Como espacio de encuentro de la heterogeneidad sociocultural se ubica en un registro que estudia lo colectivo desde una teoría de la subjetividad no dualista.

Habilita un análisis de las prácticas socioculturales, cambiantes, complejas, fluidas, que crean y son creadas por las identidades (individualidades en el sentido de aquello que tiene identidad en sí) en un juego continuo de interacción, repre-sentación, acción. Esta categoría incorpora la recursividad inserta en todo proceso humano. Una operación que se hace sobre los resultados de una opera-ción anterior. Y que al hacerlo enactúa, hace emerger un mundo nuevo.

En esta dirección señalo que el diseño de estrategias de comunicación rebasa a los paradigmas ya que tampoco pretende una única visión o una perspectiva excluyente, no pone énfasis en la representación o en la organización, sino en un abordaje multiparadigmático de las situaciones de comunicación.

Señalo que esta construcción comunicativa y a la vez comunicacional del orden tempo-ral adopta diferentes configuraciones que el análisis puede captar con metodo-logías específicas (marcas de racionalidad comunicacional, mediaciones, ma-trices socioculturales como autodispositivos colectivos, etc.) en las diferentes racionalidades del encuentro existentes en una situación de comunicación.

Planteo pasar de los paradigmas a las Estrategias de comunicación como figu-ras del pensar y modalidades del hacer colectivo común y fluido. Nueva teoría estratégica enfatizando a la comunicación como fenómeno cognitivo sociocultural.

Si la realidad es una confluencia de realidades, si solo vemos algunas, para entender cómo afecta el paradigma de lo fluido al comunicar, que es el objetivo de este trabajo, les propongo imaginar que somos una especie de caleidoscopios humanos que hacemos existir diversas realidades con nuestros movimientos. Juntos. Algo similar a lo que hace un caleidoscopio es lo que hacemos jun-tos al comunicarnos en un mundo fluido. Esto es estrategar. Una nueva teoría de la estrategia redefinida desde la comunicación.

MARCHA INSTITUCIONAL - UNMSM 06-07-11

La Comisión Permanente del Congreso de la República debatirá este martes 12 de julio la modificatoria que enmendará a la Ley Nº 29659, la cual, al crear la Universidad Nacional Tecnológica de San Juan de Lurigancho, despoja a la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (UNMSM) de parte de su presupuesto y de 40 mil metros cuadrados de la sede en dicho distrito, donde se realizan actividades académicas desde los últimos años.

Rector, doctor Pedro Cotillo Zegarra y autoridades sanmarquinas reunidos con el presidente del Congreso, César Zumaeta.
Este fue el compromiso expresado por el presidente del Parlamento nacional, César Zumaeta Flores, al Rector de la UNMSM, doctor Pedro Cotillo Zegarra, luego de una reunión sostenida en el Legislativo, junto con el congresista Oswaldo Luízar Obregón, autor del proyecto de Ley Nº 4656/2010-CR, que corrige la norma inicial, y los vicerrectores Académico y de Investigación (e), doctores Antonia Castro Rodríguez y Bernardino Ramírez Bautista, así como decanos y representantes estudiantiles.
Las autoridades sanmarquinas llegaron al Palacio Legislativo luego de presidir una multitudinaria marcha por las calles de Lima, con la participación de profesores, estudiantes, trabajadores y exalumnos, quienes partieron desde la Ciudad Universitaria y las Facultades externas de Medicina de San Fernando, de Farmacia y Bioquímica, y de Medicina Veterinaria.

La movilización tuvo como otro de sus objetivos protestar contra el Ministerio de Economía y Finanzas (MEF), debido a que existen impedimentos para la ejecución del presupuesto asignado para San Marcos durante el 2011, además del recorte de 16’187,226 nuevos soles a nuestra universidad para el próximo año.
Según indicó el doctor Cotillo Zegarra, el presidente del Parlamento al recibir el petitorio con las demandas de nuestra universidad, se comprometió a hacer llegar el pedido de la UNMSM e interceder ante los funcionarios correspondientes del MEF, ya que el tema no se encuentra en manos directas del Congreso.

El Rector y su comitiva se reunieron posteriormente con los decanos y un representante de los estudiantes de pregrado, en la Sala de Embajadores de la sede legislativa, para el informe de las conversaciones sostenidas. Inmediatamente después, las autoridades comunicaron a los sanmarquinos, reunidos en la avenida Abancay, sobre los acuerdos llegados. El doctor Cotillo los felicitó por el respaldo a una causa que busca defender el patrimonio de la universidad más antigua del continente.

La Banda Universitaria, los bailarines del Centro Universitario de Folklore y la Tuna Femenina, llenaron de música y colorido el recorrido de las delegaciones de Facultades y dependencias sanmarquinas por las avenidas Venezuela, Arica, Bolivia, Wilson, Nicolás de Piérola y Abancay.

miércoles, 20 de julio de 2011

LIBRO:

Por: MASSONI, Sandra (2007).

Estrategias : los desafíos de la comunicación en un mundo fluido.

1ª ed. Rosario : Homo Sapiens Ediciones, 2007

ESTRATEGIAS DE COMUNICACIÓN: TIEMPO DE INVESTIGARNOS VIVOS.

(Publicado en la revista Comunicación y Sociedad, N.º 37; 2001. Univ. De Guadalajara, México.)


«Es bueno recordar que nada en el ser humano ni en la naturaleza es un fragmento. En cualquier terreno que transitemos es preciso no perder de vista el horizonte de la totalidad. Tampoco somos un fragmento de tiempo, ni la coexistencia casual de sus tres partículas: pasado, presente, futuro. Nos constituyen esas tres dimensiones como una totalidad orgánica. Se hiere  una parte y queda afectado el conjunto. El tiempo no crece linealmente sino en expansión. El tiempo de un individuo se amplía en otro, en el de un pueblo, el de una fraternidad colectiva. Crecemos hacia atrás, hacia adelante, debajo y arriba del tiempo. En todo instante vivido con intensidad extrema, su onda expansiva lleva más lejos los límites del pasado y del futuro, los enriquece e ilumina.
Hoy es preciso recuperar la vivencia del futuro como aventura, indeterminación y esperanza. Buena parte de la creatividad cultural prefiere ser rememorativa más que proyectarse en la exploración de caminos nuevos. Abrir las puertas al futuro en el plano de las ideas.
Aún reconociendo que el porvenir tiene su propia autonomía, un arbitrio incognoscible, necesitamos recuperar el poder soberano de la voluntad para ir creando a cada instante.
Víctor Massuh, Cara y contracara de una civilización a la deriva.»   

«Elegimos iniciar este trabajo con el concepto ultramoderno del tiempo como una forma de marcar –y por qué no recuperar/ volver a usar– el sentido heleno de la temporalidad como proyecto. Esta revisión nos interpela acerca de la necesaria incorporación del devenir en la investigación científica.
Como dice Prigogine:

«El tiempo es "real" y la irreversibilidad cumple en la naturaleza un papel constructivo fundamental. No es un tiempo automáticamente determinista, sino que es un tiempo que, gracias al hecho de que puede tener amplificaciones de elementos pequeños que pueden conducir a bifurcaciones, da cabida a la impredictibilidad, al azar, al devenir de lo nuevo.»

A partir de reconocer algunas de las implicaciones de asumir el tiempo como temporalidad en la investigación en comunicación social, nos proponemos presentar algunos elementos para repensar ciertos aspectos de nuestro trabajo académico y de investigación. Inscribimos este trabajo en la línea de análisis de los sistemas de generación científica y tecnológica desde la perspectiva de la comunicación estratégica, en los que hemos seguido como líneas de investigación la etnografía, los estudios culturales, el análisis del discurso, la retórica de la ciencia y la teoría biológica del conocimiento.      
Consideramos que es importante, con miras a la modernización y el desarrollo tecnológico del mundo actual, que la ciencia no sea asumida en forma «pasiva», sino que se avance en generar dispositivos de construcción-deconstrucción-reconstrucción que fortalezcan nuestra capacidad de interpelar las problemáticas bajo análisis para mejorar nuestras decisiones, sin dejar de sostener una postura crítica frente a los avances mismos de la ciencia.
Decimos, con Guillermo Orozco Gómez (1992: 125), que sólo una discusión epistemológica y ontológica, no teórica ni temática, podrá permitimos encontrar vínculos y estrategias para un proceso de generación (no de repetición) de conocimiento.
La ciencia no sólo da acceso a la información que permite explicar ciertas cosas, sino que también es una manera de cuestionarse acerca de la realidad, de organizar el pensamiento, de analizar críticamente, de avanzar en comprensiones más satisfactorias que favorezcan generar actitudes más sinérgicas sobre el mundo.

Gran parte del desarrollo de las teorías de la comunicación se realiza renunciando al examen de la génesis de sus conceptos y dando por supuesta la cientificidad de sus enfoques. Esto es, descartando el estudio y análisis de sus supuestos gnoseológicos (qué es conocer) y ontológicos (qué es el ser).
Los dos paradigmas desde los que se estudió inicialmente la comunicación social (el norteamericano –que se desplegó en las teorías de los efectos–, y el europeo –que se desplegó en las teorías de la ideología–) renuncian a autoanalizarse y se postulan como poseedores de la única verdad.
Ambos abordaron el campo de la comunicación de masas como el espacio de la intersubjetividad: el estudio de la comunicación en sus inicios es el estudio de lo colectivo y de las operaciones simbólicas de su interpretación.
«Lo cuestionable de las dos perspectivas, defensa y eficiencia, radica en que en ninguna de ellas se cuestiona de fondo la relación autoridad-conocimiento-discurso, ni tampoco su resultante» (McLaughin, 1994, citado por Orozco Gómez, 1996: 27).      

¿Pasado pisado? Todo empieza y termina para volver a empezar
Trabajaremos en la búsqueda de una forma de expresar una teoría de la intersubjetividad no dualista, tomando el conocer como punto de partida para este despliegue.
A partir del concepto de tiempo como temporalidad, la ciencia es para nosotros una conversación con la naturaleza. La comunicación es un fenómeno de segundo orden, y todo lo que hagamos creará nuestro mundo.
Desde el punto de vista de los nuevos paradigmas se plantea que la formulación de la comunicación en general debe hacerse desde la perspectiva de un abordaje multiparadigmático, porque nos encontramos en la conformación de un campo de estudio complejo, absolutamente nuevo y contemporáneo.     
La idea de un abordaje multiparadigmático responde a la búsqueda de un conocimiento que no se desentienda de los acoplamientos dinámicos y evolutivos de la realidad y los sujetos. Proponemos este enfoque a partir de reconocer en los paradigmas capacidades para abordar diferentes dimensiones de lo real, y a la vez sus aportes específicos en la genealogía de esas mismas realidades, sin dejar de recuperar esta operación de construcción/deconstrucción para enfatizar la acción transformadora de la ciencia.            

Los nuevos modelos y metáforas comunicacionales, en lugar de trabajar con paradigmas cerrados —que han sido erigidos las más de las veces en los aconteceres históricos de las disciplinas como dispositivos de vigilancia epistemológica—, buscan incorporar a la teoría como llave, como una forma de interpelar situaciones de comunicación a partir de reconocer su racionalidad, su forma de operar. Si hay algún descubrimiento que la ciencia social pueda realizar, éste es el de la teoría funcionando en el mundo. Una tarea en la cual el análisis es parada necesaria, pero no destino.     
Nos interesa avanzar en la especificación de los aportes de este movimiento que trabaja en recuperar lo procesual en la dimensión comunicativa y se reconoce como el paradigma de lo fluido. Vamos a comenzar por presentar algunos nudos conceptuales con los que se articula.  
El paradigma de lo fluido
Las respuestas genéricas de la ciencia social tradicional han resultado insuficientes para explicar los fenómenos complejos. Por eso acordamos en que uno de los principales desafíos para los científicos sociales hoy es encontrar formas de asumir que "trabajamos con objetos que en realidad son procesos". Estamos siendo, pero ¿cómo incorporar en nuestras investigaciones este devenir?

La respuesta a esta pregunta desde la perspectiva de los nuevos paradigmas de la ciencia implica una reconsideración del conocer como actividad central del ser humano y como generador de un saber científico. Y es debido a ello que resulta pertinente preguntarnos por la genealogía de las teorizaciones de la comunicación social y explicitar ciertos aspectos epistemológicos de nuestro marco conceptual en su relación con la dinámica social.    

El conocer: una relación
«El “instrumento” de intercambio inicial entre “nosotros” y “los otros”, entre el “yo” y el “no-yo”, entre el “sujeto” y “el mundo” no es la percepción, sino la propia acción que en su operar --a partir de las distinciones y en los distintos niveles de actuación en/sobre el mundo-- hace posible la emergencia de estos opuestos y vuelve concebible un sujeto que conoce y algo que es conocido. Las respuestas tradicionales de la naturaleza del conocimiento han oscilado entre afirmar que toda la información emanaba de los objetos instruyendo al sujeto "desde fuera" –como presuponía el empirismo tradicional-- o en sostener, por el contrario, que el sujeto disponía desde un comienzo de estructuras endógenas que impondría a los objetos --como sostienen las distintas escuelas apriorísticas o innatistas–.       

Ambas posturas presuponen:
* la existencia de un sujeto que conoce;
* la existencia de objetos independientes al sujeto; y, sobre todo,
* la existencia de instrumentos de intercambio y de "captura" –percepciones o conceptos– que determinarían el camino que lleva del sujeto a los objetos o a la inversa.
A nuestro entender, la fuente de conocimiento no se remonta ni a un sujeto consciente de sí mismo ni a objetos ya constituidos que se impondrían desde afuera. El conocimiento resulta de las interacciones que se producen a la mitad de camino entre ambos y remiten, por lo tanto, a ambas fuerzas simultáneamente.» (Piscitelli, 1993: 97).
Toda percepción, entonces, está atravesada por esa tensión. Y es allí donde se definen conocer y saber. Como dice Varela (1996), el conocimiento es histórico, contextual y contingente.           
Especificar. Ciencia y conocimiento en un tiempo post-estructural
Distintos dominios científicos enfatizan esta reconsideración del conocer como eje de nuevas teorizaciones. Los autores que trabajan con la sociología de la ciencia (Latour, 1987) demuestran que aun el hecho científico aparentemente más objetivo es una construcción.
Uno de los aportes de la Biología del Conocimiento (Maturana, Varela, 1985) es el de asumir que «un juicio sólo tiene que ver con las distinciones que se hacen cuando se lo expresa».
Otro autor que avanza en esta línea, pero desde la semiología, Pablo Fabbri (1992), analiza el discurso científico:
«Si nosotros retenemos que el discurso científico tiene dimensión teórica, para que una teoría pueda de algún modo verificarse, mostrarse adecuada, la teoría debe necesariamente atravesar una dimensión metodológica, y la instrumentación es la organización figurativa de una competencia metodológica.» 
Es decir, se trata de pensar que ti instrumento está allí porque está en el lugar de competencia, de un saber-hacer, de un querer-hacer, de un saber-ver, de un querer-ver [...]
«La interrogación del discurso científico puede hacerse en su integridad, no sólo como una serie de hipótesis teóricas de considerar en sí, sino como una serie de organizaciones, también instrumentales, para el reconocimiento de los efectos de transformación de la verdad» (Fabbri 1992: 129 y 130).      

En el mismo sentido, pero desde una mirada centrada en las tecnologías comunicacionales, Alejandro Piscitelli, uno de los autores que ha conducido este movimiento en Argentina, especifica que interesa destacar aquí la consolidación del uso de la computadora como la tecnología comunicacional más característica de la etapa de globalización.
«La computadora aparece como una herramienta creativa original que facilitaría la fusión de la ciencia, la técnica y lo estético. A partir de la computadora se produce un nuevo ambiente perceptivo que recapitula y supera las invenciones del sensorio humano a manos del lenguaje, la escritura, la imprenta y el reino audiovisual. La informatización está unida a los procesos de posmodernización, autonomización, apogeo del localismo y descentralización. (…)
Mientras el viejo mundo cultural se organizaba alrededor de una cascada de interpretaciones, el mundo contemporáneo está apuntalado por una red de operaciones. Antes, el hilo conductor era el gesto; ahora lo es la programación. Se abandona la materia inerte en pos de modelos numéricos proteiformes, libres del tiempo prolongado de maduración. El orden del control efectivo y calculado suplanta la interpretación; el orden del código borra al del signo. El lenguaje comienza a subordinarse al cálculo» (Piscitelli, 1995: 73 y 80).»  
           
La concurrencia de estos aportes nos permite plantear una nueva perspectiva en la investigación en comunicación, a partir de los siguientes supuestos epistemológicos:
* La escala crea al fenómeno. El instrumento es teoría concretizada. No es sólo más capacidad sino que habilita nuevas cosas, pero a la vez se crea para algo. Tiene una intencionalidad. Si aceptamos lo expuesto, podemos avanzar en que no sólo el punto de vista crea el objeto sino que el punto de vista no es natural con respecto al objeto .
* La distancia entre el concepto y el campo material es una distancia de interpelación y réplica que se recorre en condiciones históricas específicas.
Cuando nos planteamos una investigación que descarta la pretensión positivista de objetividad, cuando no creemos en la posibilidad de la ciencia como "descubridora" de algo que está afuera de nosotros, la preocupación se desplaza hacia la explicitación del lugar desde el que construimos el objeto. Esto es, el lugar desde el que hablamos a partir de asumir una relación sujeto-objeto que se reconoce productora y producida.    
           
Entonces, especificar los conceptos –que funcionan como lentes de nuestra mirada al investigar– significa dar cuenta del alcance que le damos a esas categorías, reconociendo su historicidad a la vez que nuestras propias condiciones al elegirlas y usarlas.
Así, no hay interrogantes previos al recorte de un campo material y, por lo tanto, es el abordaje mismo el que produce las preguntas. Abordaje doblemente condicionado: por el alcance de las categorías conceptuales y por las propias condiciones en que operamos como investigadores. Estas son las operaciones, no naturales que debemos socializar.
Estas operaciones nos instalan ante la necesidad de especificar también la escala de la intervención científica con criterios fluidos. Consideramos que lo importante es demarcar la escala como un tamaño o proporción en que se desarrolla la investigación. Al abordar las problemáticas bajo con una mirada transdisciplinaria, los criterios tradicionales de los que podríamos valernos para recortar el objeto de la investigación parecen perder su vigencia; ya no resultan pertinentes, por ejemplo, lo geográfico o lo temático. El planteamiento es otro. Más bien, se trata de captar los fenómenos de comunicación como emergentes, como productos/producidos del debate de la ciencia y la cultura. Dar cuenta de un «darnos cuenta» también en la investigación, y hacernos cargo de las transformaciones generativas de nuevas realidades en el mundo como hilo conductor de nuestro trabajo científico.          
           
El tiempo como «temporalidad» produce desplazamientos también hacia el interior de la ciencia y, a partir de la irrupción de la cibercultura, muy especialmente en el abordaje científico de la comunicación. Las teorías sistémicas y de la autoorganización (Bateson, 1979; Morin, 1990; Maturana, 1990) nos muestran cómo emergen metapuntos de vista desde los cuales es posible abordar los objetos de estudio.
Desarrollaremos una propuesta para el estudio de la comunicación como fenómeno complejo que intenta trabajar en la dirección de este movimiento: una metaperspectiva para el abordaje de lo comunicacional desde un enfoque multiparadigmático.
A partir de la irrupción de la web, existe en el planeta una nueva grilla perceptiva que produce transformaciones inusitadas en todos los ámbitos. El quiebre más relevante de este cambio se describe como un tránsito de lo escritural hacia lo operacional (Piscitelli, 1998).
           
           
La investigación en comunicación social se reposiciona a partir de proponerse como objetivo interpelar esta complejidad en movimiento; con lo cual su pertinencia se aleja de la episteme (un saber qué) en dirección a la fronesis (un saber cómo algo funciona en diversas situaciones específicas) (Pearce 1998).
Así planteada, la problemática de la comunicación aparece como un espacio de encuentro de dos perspectivas tradicionalmente separadas: la filosofía y las ciencias sociales. Si aceptamos que las percepciones dependen de alguna manera de la acción, deberíamos, como investigadores, empezar a abordar las acciones como formas de conocimiento (Varela, 1996). Y consideramos que, para hacerlo con respecto a las prácticas sociales, el desafío que se impone es el de pensar la dinámica social en movimiento.
           
           
La mirada comunicacional desde el paradigma de lo fluido se constituye entonces como una manera de abordar el espesor de la comunicación como fenómeno complejo y permite centrarnos en los dispositivos del cambio sociocultural como autodispositivos .
«La descripción de las reglas de circulación disciplinaria de individuos, objetos y mensajes, en términos de estrategia, constituiría el correlato de la propia complejidad del objeto-mundo que se pretende describir. En este sentido, la conversión del concepto de dispositivo de Foucault en un dispositivo auto-observador se ha mostrado capaz de efectuar dichas construcciones» (Dávila, 1994: 167).»
La pertinencia tic un abordaje multiparadigmático para dar cuenta de la comunicación como fenómeno complejo se correlaciona con el reconocimiento de los multideterminantes que lo constituyen. Entonces, sin desconocer –ni minimizar– los aportes de la mirada mecanicista sobre lo social, nos proponemos avanzar en un abordaje múltiple, a partir de la constatación de las relaciones entre las relaciones, integrando en el análisis lo material, lo simbólico y lo afectivo.
           
           
Como una aproximación a esta complejidad, reconocemos ciertos aportes de la antropología y la sociología. Tomamos a Mary Douglas (1978) en su respuesta a la pregunta de cómo establece cada cultura sus modos de diferenciación cultural: la diferenciación y clasificación se establece por límites precarios que están permanentemente amenazados. La autora pone énfasis en la precariedad, una postura que también sostiene Stuart Hall (1984).
Para Douglas (1978) la clasificación social que distingue entre lo propio y lo ajeno funciona a partir de construir diferentes categorías que son un sistema simbólico, pero la cultura funciona controlando esos límites como un modo de control social. También para Goffman (1970) las clasificaciones sociales funcionan como establecimiento de territorios personales. Goffman se pregunta cómo se constituyen los sujetos como estigma de la sociedad y describe modos de comportamiento en un contexto determinado. La diferenciación no funciona por exclusión, sino por sucesivas inclusiones. Un movimiento que no es de adentro hacia afuera, sino de fragmentación y diferencia. Un modo concreto de lucha entre sectores.
           
           
Pero lo que no ha sido suficientemente debatido y queremos destacar aquí es que ese modo de relación, que es constitutivo de las sociedades modernas, plantea el problema de que lo comunicacional no es meramente un espacio emergente de esa tensión, sino que es un espacio de crisis de esa tensión. No un objeto en términos de eficacia, sino un espacio emergente de la crisis .
La teoría de los usos de M. de Certeau (1992) avanza en la dirección de destacar la productividad inserta en el consumo:
«existen modos de hacer cuya lógica remite a la cultura popular en cuanto resto y estilo. Un resto que es memoria de una experiencia sin discurso, que resiste al discurso de la razón y se deja decir sólo en el relato, resto hecho de saberes inservibles a la colonización tecnológica pero que aún marginados cargan la cotidianeidad y la convierten en espacio de una creación muda. Y un estilo que es esquema de operaciones, maneras de caminar la ciudad, de habitar la casa, de ver televisión, un estilo hecho de inventiva técnica y de resistencia moral.
Las lógicas que regulan los usos no se agotan en la diferencia que instaura la división social en clases, pero esta diferencia articula las otras. Los hábitus de clase [...] se hacen manifiestos —observables etnográficamente— en la organización del tiempo y del espacio cotidianos [...] La lectura de esta topografía posibilita el establecimiento de una topología simbólica configurada por los usos de clase».
           
           
Los usos nunca son libres (en el sentido de no condicionados) porque tienen que ver con estos esquemas constitutivos de pensamiento/acción  anteriores a cualquier instancia de comunicación que, como rasgo diferencial, antecede al encuentro con cualquier texto.
Los aportes de los antropólogos han sido fundantes en cuanto a la tarea de pensar la cuestión de la identidad y su correlato en la cuestión de representación y verdad como problemas de subjetividad.
La antropología simbólica plantea la relación entre diferencia y cultura, desde la posición del investigador. La etnografía de la diferencia es un proceso de interpretación. El antropólogo como autor (Geertz, 1989) pone de manifiesto que en el modo de narración de la antropología está también implicada la construcción de sujetos, tanto del investigador como del investigado. El lenguaje es tanto el material a ser analizado como la posibilidad crítica de la relación entre observación y objeto. Las diferencias, lejos de pensarse como equivalentes entre sí, se experimentan materialmente en el lenguaje .
Pero quizás sea tiempo de avanzar también en la dirección de lo colectivo. Hay un «plus» sociocultural que se origina en lo colectivo como génesis de productividad (de imbricación de pulsiones y tensiones), una construcción que necesitamos captar cuando lo que pretendemos es pensar la transformación.          
           
Retomando nuestro argumento, decimos, con Francisco Varela (1996), que el saber no es en sí, sino en acción, y la acción no es en sí, sino que responde a estas identidades diferenciales. Avanzando en esta dirección podríamos decir que toda percepción/acción es una afirmación que busca validarse socialmente en una especie de conversación social. Asumir el devenir al investigar en ciencia social implica también aprender a pensar sus relaciones. Los procesos y no sólo los productos de nuestra comunicación.
Mediación y cambio
En este marco, proponemos a la categoría de mediación como concepto operativo para repensar el lugar de la comunicación en los procesos de cambio.
Partimos, para nuestro desarrollo, del concepto de mediación de Jesús Martín Barbero (1987), pero nos interesa pensar las categorías en acción, funcionando en la dinámica sociocultural. Nos proponemos recuperar también la búsqueda de captación de la complejidad sociocultural de los teóricos de los Estudios Críticos de Audiencia –especialmente en el Modelo de la Múltiple Mediación de Guillermo Orozco Gómez (1992)– y del concepto de consumo de Néstor García Canclini (1995).
           
           
Consideramos que en el espacio de la comunicación no hay sólo producción de un proceso, sino también, y principalmente, producción de una trama ontológica que va generando un tipo de conocimiento. Nos parece sustancial no desconocer que el «otorgar sentido» de la mediación no es algo que se hace de una vez y para siempre. Por el contrario, es algo que se hace a cada momento, pero no en cualquier dirección sino en base a y desde una cierta lógica de funcionamiento –matriz sociocultural– que se reconoce actuando en una situación de comunicación organizada a partir de una racionalidad dominante.
Para abordar el cambio sociocultural apelamos a los aportes de los estudios culturales en su conceptualización de la hegemonía como articuladora de lo ideológico con lo situacional. Al analizar la relación entre experiencia de clase, tecnología, industria cultural y globalización de los conflictos sociales en tanto experiencias materiales del presente, sostienen que la hegemonía es un juego de relaciones y, como tal, no es un atribulo de sujetos. Como dice Stuart Hall (1984) la productividad de la ideología es topológica en el sentido de que son los materiales los que la producen. No se conocen de antemano los lugares hegemónicos, porque no hay relaciones previas al funcionamiento de la relación, sólo hay relaciones. Así, lo importante es la trama de relaciones sociales que se despliega como efecto de posición que hace que una materialidad sea percibida como la única posible para una comunidad de percepción/saber mientras también contiene, a la vez, su posibilidad de transformación.         
           
Las mediaciones son espacios de articulación de la producción con el consumo, que, mediante el análisis, podemos reconocer como de más o menos relevancia en la generación del sentido acerca de un problema en una situación dada. El énfasis está puesto en capturar la direccionalidad en este espacio privilegiado de producción de sentido «en acción», que rebasa al de la interacción social, porque no interpela relaciones entre individuos o grupos, sino entre matrices socioculturales. Y las prácticas, como puestas en acto de los habitus, no son sólo prácticas de interpretación, sino de acción. Esto es, el uso no ocurre en cualquier dirección; por el contrario, el habitus acota el universo de lo posible de pensar/hacer para cada grupo y sector en cada momento y en relación a cada problemática. Entonces hay cambio, hay transformación, pero no de cualquier manera, sino respondiendo a una determinada lógica que identifica a ese grupo o sector social y lo incluye en una matriz sociocultural observable etnográficamente.
           
           
Llamamos matriz sociocultural al esquema básico que describe los rasgos principales de la lógica de funcionamiento de un grupo social. Una matriz sociocultural programa en cada grupo su sistema de percepción-acción. Incluye no sólo las condiciones, sino la percepción que cada grupo tiene de ellas (lo simbólico y lo material imbricados). Este concepto nos permite introducir la problemática del placer en el marco de las determinaciones socioculturales: si alguien hace algo es porque hay una ganancia de algún tipo. La pulsión y la tensión entran en juego.    
Con el concepto «matrices socioculturales» buscamos, desde esta misma perspectiva comunicacional, pensar lo social como un espacio topológico. Es decir, una manera de trabajar las relaciones que conservan cierta estabilidad en los sectores o grupos socioculturales como formas que dan cuenta de una trayectoria (más allá de tamaño, cantidad, etc.), una genealogía en la historicidad de los vínculos. Esta es la principal diferencia con los enfoques tradicionales de los estudios socioeconómicos y de marketing, que generalmente trabajan a partir de una descripción previa a la situación que se aborda, estática y prescriptiva de la comunicación.  
Trabajar con matrices socioculturales y mediaciones supone abordar la comunicación desde lo contingente y lo situacional. Los actores no son previos al análisis, sino que emergen del recorte operado en función del objetivo de la investigación. Las diferencias no existen en sí mismas, sino que se especifican.
Así, el plus de la idea de mediación como categoría llave de la dimensión comunicativa tiene que ver con permitimos trabajar la transformación desde las relaciones. Es en las relaciones donde sujetos, prácticas e imaginarios se reinventan; y es a partir de las relaciones que se fijan posiciones de diferencia, siempre inestables pero no aleatorias, entre actores sociales. La mediación es un espacio de articulación, no un espacio mediador. No hay extremos entre los cuales mediar; hay relaciones entre matrices que configuran posiciones de sujetos. Descubrir estos espacios nos permite trabajar para la transformación en el sitio privilegiado de su constitución.
La mediación es un autodispositivo colectivo que opera en el espacio comunicacional . La mediación enactúa. No es previamente simbólica o material, sino acción encarnada y, por lo tanto, encarnación también de la particular tensión que lo simbólico y lo material presentan en la situación que se está analizando. Así, trabajar en detectar mediaciones desde una mirada comunicacional permite indagar el lugar de la intervención posible, recuperando/integrando su capacidad de obstaculizar o favorecer la transformación del espacio sociocultural en una cierta dirección.   
           
El plus que esta ampliación en la mirada de la mediación ofrece, incluye al menos los siguientes aspectos:
* Sobrepasar la linealidad.
* Integrar lo simbólico y lo material.
* Captar la negociación.
* Interpelar lo relacional.
* Operar en lo fluido.
* Hacer emerger la intencionalidad.
Para avanzar en diferenciar la categoría de mediación vamos a especificar sus principales diferencias y semejanzas con otras categorías conceptuales de la comunicación estratégica que ya hemos desarrollado en este trabajo.
           
           
Comunicación       Mediación   Consumo     Habitus
Definción       Momento relacionante de la heterogeneidad sociocultural. Y por tanto, espacio de articulación  de su dinámica.
Espacio de crisis de las tensiones presentes en la situación bajo análisis    Dispositivo articulador de matrices socioculturales que opera como un dispositivo colectivo y emerge en cada situación de comunicación.           Proceso de apropiación diferencial social.
Es el momento local de negociación de las identidades.           Predisposiciones. Formas de hacer/pensar que definen a un grupo o sector sociocultural.
Diferencias   •Espacio de la puesta en juego de las relaciones de relaciones.
          Da cuenta de la dinámica socio-cultural.
          Es intersectorial.
          Es marca de la intencionalidad.
          Depende de la racionalidad dominante en la situación de comunicación.
          Da cuenta de las tensiones presentes en la situación de comunicación.                 Cambia todo el tiempo.
          Da cuenta de los términos simbólicos / materiales / motivacionales de la       transacción.
          Depende de los intereses y necesidades actuales de los grupos.      
          Es intersectorial.
          Es relativamente estable.
          Depende de la matriz sociocultural (lógica de funcionamiento del grupo o sector, articulación de hábitus y prácticas que constituyen a un grupo o sector sociocultural.
Semejanzas   Son conceptos que abordan a la comunicación como un fenómeno complejo, contingente y situacional; estratégico en tanto es el lugar de la transformación.
Interpelan la dinámica sociocultural en distintos aspectos y niveles.
Comparten antecedentes: Paradigma de lo fluido. Teorías de la complejidad social. Teoría biológica del conocimiento.
Con este cuadro comparativo de categorías teóricas pretendemos aportar a la visualización de algunas posibilidades derivadas del abordar estratégicamente la dimensión comunicativa –como fenómeno complejo, fluido y multidimensional–. La estrategia de comunicación es para nosotros un dispositivo de inteligibilidad de las racionalidades dominantes en la situación , y a la vez, una puesta en juego –a partir del diagnóstico de las mediaciones presentes en cada caso– de una operación de especificación de las intencionalidades de la intervención del comunicador en ese espacio sociocultural.
Proponemos entonces a la categoría «mediación» como un espacio de superación de oposiciones que consideramos estériles (pensar/hacer, analizar/medir, cuantitativo/cualitativo, simbólico/material, micro/macro), como concepto flexible que trabaja en una interpelación no excluyente de estos distintos niveles de la realidad social.
Las mediaciones hablan de lo que hacen los dispositivos tecnoculturales a partir de una lectura fenomenológica de la situación bajo análisis en su dimensión comunicativa. Son los modos específicos que adopta la relación de los actores relevantes en una situación de comunicación y respecto a un problema .           
           
En el análisis de la transformación de los sistemas complejos, ya no podemos pensar en el cambio como planificación previa. Como muestran los autores de las teorías de la complejidad social, el cambio no es secuencial –no se trata de organizar un proceso lineal de acciones en las que supongamos una cierta proporcionalidad entre causas y efectos, como si estuvieran aisladas y no multideterminadas–, no es previsible, ni progresivo... pero es pensable.
Consideramos importante asociar esta reconceptualización del cambioal aporte específico de la investigación en comunicación. Sobre esta posibilidad de no descartar la capacidad transformadora de la ciencia es que creemos fecundo trabajar.
Comunicación en un mundo fluido
Para nosotros, a partir del resquebrajamiento de la dominancia del mundo escritural la comunicación es reconocida como el espacio generativo de la transformación sociocultural.
Como expresamos anteriormente, consideramos que ese modo de relación, que es constitutivo de las sociedades modernas, plantea el problema de que lo comunicacional no es meramente un espacio emergente de esa tensión, sino que es a la vez un espacio de crisis de esa tensión. No un objeto en términos de eficacia, sino un espacio emergente de la crisis.           
           
La comunicación es el momento relacionante  de la diversidad sociocultural. Apostar a organizar una intervención en la dinámica sociocultural es recuperar a la comunicación como un proceso abierto y permanente de sentido. No es sólo una cuestión de mensajes mejores o peores, planificación previa, medios adecuados, mejor o peor caracterización de públicos, puente entre dos partes que no comparten la misma información; y aquí es donde se hace evidente la productividad de la categoría de mediación como posibilidad de captar la tensión/pulsión emergente en una situación de comunicación.
Al investigar, el comunicador es entonces un indagador de estos dispositivos. Pensamos su especificidad como una capacidad de interpelar la dinámica social para operar crítica y valorativamente en su dimensión comunicativa.
Operar es acción, en cuanto permite construir y deconstruir relaciones. Comprender cómo juegan los conceptos en forma recíproca dentro de un discurso científico, entendido como sistema y captar las relaciones esenciales que se dan en la realidad .

Operar es acción, en cuanto permite construir y deconstruir relaciones. Comprender cómo juegan los conceptos en forma recíproca dentro de un discurso científico, entendido como sistema y captar las relaciones esenciales que se dan en la realidad .
La mirada comunicacional se propone como un espacio de articulación de distintos dominios y perspectivas para abordar la complejidad sociocultural.
En este sentido, el comunicador no es un mero ejecutor de productos comunicacionales, sino alguien capaz también de usar los saberes teóricos como horizontes de sentido y herramientas en su trabajo profesional. Por eso, el trabajo de un comunicador implica una apropiación de las teorías de la comunicación que, reconociendo sus alcances y limitaciones, las integre valorativamente en un plan de acción.
«La comunicación como espacio estratégico en la dinámica sociocultural construye, arma y desarma, redibuja constantemente la trama activa del sentido en un espacio social.
           
En un programa de investigación, la dimensión comunicativa es estratégica porque éste es el lugar del cambio. Cualquier transformación sociocultural se dibuja permanentemente a partir de la dinámica comunicacional.
Al interior de un programa la comunicación es estratégica como espacio de gestión/planificación. El investigador, al momento de planificar las acciones del programa, realiza una integración valorativa de los saberes teóricos para acompañar los procesos de conocimiento/acción de los actores sociales involucrados. Así, lejos de pensarse como un punto final de la transferencia tecnológica y científica, la comunicación se asume como momento relacionante de la diversidad sociocultural en cada una de las acciones del programa de investigación. Desde el enfoque de la comunicación estratégica ya no es posible diferenciar, por ejemplo, acciones técnicas de acciones de comunicación.
Es decir, toda comunicación, mediatizada o no, masiva o interpersonal, etc., más que como un proceso de transmisión debe pensarse como el proceso de construcción de una relación. Así, más que un proceso exógeno, algo que se recibe, se transmite, etc., la comunicación es una dimensión social, un proceso endógeno en cada uno de los grupos y sectores participantes, que se asemeja a un proceso educativo. La comunicación no es una instancia simplemente instrumental, sino un proceso dinámico, tendiente a la construcción de múltiples relaciones, con momentos que se equiparan a los procesos cognoscitivos de cada grupo o sector con el que se trabaja.
           
Aquí es donde la comunicación muestra su importancia ontológica y su relevancia estratégica. La idea central se apoya en el reconocimiento del espacio sociocultural como una realidad compleja y conflictiva en la que existen numerosos actores con intereses/necesidades y niveles de compromiso, a veces antagónicos y a veces complementarios, que por eso mismo pueden coordinarse en torno a un problema.
La propuesta de la comunicación estratégica consiste en trabajar en un proyecto de compresión a partir de lo que cada sector "puede/quiere escuchar" sobre la base de sus intereses y necesidades actuales.
Desde esta concepción de la comunicación se trata de reconocer y proponer dispositivos que permitan una ampliación constante de la participación de los grupos y sectores involucrados en la solución de un problema. Más que un énfasis en la planificación, es necesario dotar al sistema de un grado de flexibilidad y de control que permita la generación de nuevas respuestas a la crisis .»
La estrategia de comunicación –como proyecto de comprensión que recupere lo material, lo simbólico y lo afectivo– es un esfuerzo constante por instalar una conversación en un espacio determinado que se reconoce fluido.      
           
Problematizando y buscando rebasar los enfoques reduccionistas y excluyentes (comunication research, modelos interaccionales, modelos semióticos, etc.) con los que se ha abordado la comunicación social, la mirada etnográfica ofrece una alternativa capaz de abordar la dinámica social para establecer comparativamente semejanzas y diferencias entre las matrices socioculturales de los distintos grupos y sectores intervinientes en un ámbito y en función de una problemática específica.
La estrategia de comunicación asume el aporte de los estudios culturales en relación a que la crisis entre autoridad y crisis de hegemonías no implica un pasaje de una teoría a otra, o un problema de opuestos, sino de asumir la rearticulación del orden como disputa del poder (Williams, 1984).
Y por eso, más que modelos teórico epistemológicos excluyentes lo que proponemos es trabajar con estrategias de comunicación como megaperspectiva integradora de múltiples perspectivas teóricas. Nos interesa trabajar con estrategias como dispositivos de diseño para interpelar la dinámica social operando crítica y valorativamente  en su dimensión comunicativa.       
           
Brindo por eso
Apenas iniciados los años noventa leí un artículo titulado "De vinos y saberes". Desde entonces, y adscribiendo al planteo de ese texto, trabajo por una nueva especificidad para nuestra profesión. En ese artículo, Guillermo Orozco (1992) convoca a los comunicadores a «una reestructuración de la comunicación desde la academia con coordenadas distintas» . Tomando el caso de los vinos californianos como ejemplo, Orozco nos incita a una reclasificación que nos revitalice como académicos e investigadores. Propongo al diseño de estrategias de comunicación como un aporte para continuar ese viaje y experimentar en una búsqueda de saberes específicos de la mirada comunicacional.
Los nuevos paradigmas plantean que la visión estratégica es la manera de abordar fenómenos complejos. Esto es así porque la posibilidad del saber sólo se da en la acción. La tarea del investigador es, entonces, la de indagar las reglas de funcionamiento en cada situación; en términos de Bateson (1979), reconocer la pauta que conecta. Así, el saber técnico-científico como construcción-deconstrucción se piensa como un «saber cómo» (fronesis) que implica saber qué hacer en un amplio espectro y que se asume como un proceso recursivo.   
           
 El enfoque estratégico en la dimensión comunicativa es una metodología participativa que otorga pertinencia al operar de modo multiparadigmático en cada investigación.
«Ibáñez ha expuesto esta idea de espiral de complejidad de la reflexión teórica, epistemológica y metodológica. Precisamente, como la verdad no es algo a descubrir o desvelar, sino a construir, gracias a estos principios podemos ir construyendo verdades cada vez más complejas, sin que este proceso pueda nunca tener fin... y en la prueba teórica, si hay una sentencia verdadera que no es demostrable se introduce como axioma en una metateoría, que a su vez originará una metasentencia godeliana que exigirá meterla como meta-meta-axioma en una meta-meta-teoría y así entramos en un proceso recursivo transfinito en cascada de teorías cada vez más complejas (Gutiérrez, 1994: 170).»
Planteamos que la mirada estratégica en la dimensión comunicativa podría habilitar un espacio de articulación y convergencia de miradas múltiples, a partir de convocar a diversos saberes disciplinares en el abordaje de las problemáticas bajo análisis. Este enfoque, lejos de pretender constituirse como una nueva versión totalizante de la ciencia, se ofrece como una propuesta de búsqueda de mayor co-inspiración para mejorar nuestra capacidad transformadora.          

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